A la mierda, me rindo
Notas de exploración que te invitan a parar, soltar el control y rescatar tu atención y energía.
El pasado mes de noviembre participé en la rendición, un programa online de un mes para conectar con el no hacer, con el descanso y con el placer. Y ahí me di cuenta de las dificultades que tenía para parar. Y eso que durante el programa parar era una tarea que había que hacer, así que en mi mente ese no hacer se clasificaba de alguna forma bajo un hacer algo.
Y ahí empezó el runrun. Lo que empezó con una reflexión en torno al descanso que fue dejando un poso en el fondo de mi mente, ha ido fermentando hasta llegar a un gran:
A LA MIERDA. ME RINDO.
Hace poco un amigo me dijo algo así como “Alaitz, déjate en paz”. Y tenía razón.
Este año cumplo 40 y tras media vida intentando hacer muchas cosas a la vez, rápido y bien* he decidido que quiero parar, soltar el control y recuperar la atención y energía, para mí.
*bien= perfectas.
Y he decidido escribir sobre este proceso, porque creo que puede haber más personas en este camino. Así que hace una semana me atreví a poner ése párrafo en el header de mi web: www.soyalaitz.com
Y ahí está. Una de las principales cualidades en las que se ha basado mi identidad y que me han hecho sentir segura toda mi vida: mi productividad, mi “pila”, mi “hacer-hacer-hacer” deconstruido y dinamitado, así de directo, y de primeras. Y guau, lo sentí muy liberador.
Y digo lo sentí, porque cuando tomas una BUENA decisión para ti, la sientes en el cuerpo. Como si algo se relajara. O se abriera. Da igual, seguro que sabes a lo que me refiero.
Esta semana vi este video de Tim Ferris en el que habla del cuerpo en el proceso de tomar decisiones, que te puede resultar interesante, particularmente si eres muy mental y esceptique.
El cuerpo sabe.
Pero no le hacemos caso. Muchas veces queremos que algo de fuera nos diga lo que hacer. Y así nos liberamos de conectar con nuestro cuerpo, de cuestionar lo que nos dicen y de tomar nuestras propias decisiones.
Qué comer. A qué hora hacerlo. Cuántos pasos dar. Cada cuánto amamantar a un bebé. - - > y suma y sigue. Es una lista interminable de Introyectos.
Introyecto: patrones, actitudes, modos de actuar y pensar que no son auténticamente nuestros. (Todas las “verdades” que hemos comprado, sin cuestionarlas ni validarlas bajo nuestro propio instinto o experiencia).
Y así pasamos en moto de nuestro cuerpo y también de los cuerpos que están a nuestro cargo, porque despertar a un bebé para que coma cuando se supone que tiene que comer (y cómo ése que dicta la regla y supone, presupone que sabe más que el propio instinto y cuerpo del bebé)… ¿tiene sentido para ti? Porque para mí no lo tiene.
Hay cosas que damos por hecho para no conectar con nosotros mismos -como eso- y cosas que hemos aprendido, para a pesar de escucharnos, no hacernos caso.
Tengo sueño. Voy a tomarme un cafecito.
¿Te suena? Yo soy muy de esa frase. Y cada vez que hago eso le digo a mi cuerpo…
“Uy, te estás sobando (me estoy dando cuenta de que necesito descanso). Te voy dar un chute de cafeína a ver si espabilas, que hay mucho que hacer. Tira”.
Y ya vale. Por eso, conectar con mi cuerpo es, ahora, una prioridad.
Dice Joe Dispenza que para los 35 años, el 95% de tu comportamiento funciona como un programa automático. Te dejo el video enlazado porque vale mucho la pena.
Así que, a mis treintaitodos romper con esos automatismos requiere de una serie de prácticas en las que, a diario, voy al cuerpo. Aunque escribiré más sobre esto en mi web, una práctica sencilla que hago cada mañana y que ha transformado cómo me planteo el día ha sido preguntarme al despertar - sin todavía salir de la cama-
¿Cómo estoy hoy: hay alguna sensación corporal o tensión que deba atender?
¿Qué necesito?
Y tomar nota mental - o escrita - de eso.
Y aunque nos parezca que cada quién tiene su cuerpo, siento muy verdadero que…
Aquí te dejo: Nazco, uno de los artículos más hermosos que he leido nunca sobre las fronteras de nuestros cuerpos.
Estas semanas sin escribirte emails se me han hecho un poco largas, así que quizá te escriba un poco más a menudo. No sé todavía cuanto, seguramente haré lo que sienta -¿no va este email de eso?-.
Gracias por tu atención. Puedes contarme cómo lo ves tú, y cómo conectas con tu cuerpo, en un comentario, un poquito más abajo. Yo, feliz de leerte.
Vaya temazo. Qué importante el poder simplemente SER sin HACER