No, no me apetece escribir. No me apetece hacer casi nada. Solo comer caliente, darme masajes de aceite y descansar. Pero dormir y sobretodo descansar me cuesta, mucho. MUCHO. Tengo el sistema nervioso muy activado y no me calmo facilmente.
A finales de junio participé en la intro al eneagrama* del SAT, una experiencia terapéutica que me llevó a enfrentarme cara a cara casi como en un ritual de exorcización con la sombra de mi ego, sin perder de vista las características “positivas”, que también las hay. Y que también tienen su trampa.
¿Te has parado a pensar que cada cualidad positiva que asumes como tuya tiene un “coste” de mantenimiento? Ser valiente, implica no permitirte ser cobarde y echarte atrás. Ser alegre, implica sentir cierto grado de culpa o de “esto no me representa” o de dificultad para conectar con la tristeza. Ser “buena” no te permite un arranque de mala hostia, y suma y sigue. Así que basicamente cualquier atributo con el que te definas tiene su luz y su sombra.
Ver toda esa maraña de cualidades (que no etiquetaré en adelante como positivas o negativas) condicionando lo que en realidad soy me impactó, y más aún cuando Iñaki Zapirain describió la combinación que me caracteriza como carne de cañón para el síndrome de Burnó y que mucho cuidado con El Burnó.
EL BURNÓ: ¿Qué era ese síndrome tan peligroso y amenazante que me podía estar acechando sin que yo me diera cuenta?
¿Por qué yo, que me creo una enterada en temas de salud mental y desarrollo personal, no había escuchado hablar de esto?
Y de repente caí… era el burnout, pronunciado a la vasca. Un término sobre el que había leído pero que siempre había asociado a estar quemada en el trabajo y eso no era algo con lo que me identificara, así que no le había prestado más atención.
De vuelta en casa, empecé a leer, a profundizar y a sacar abiertamente el tema con amigos, hasta que en un fin de semana que pasé con Pablete y Amayi me dieron un libro sobado y subrayado que tenía exactamente lo que necesitaba leer.
La definición del burnout (que se podría traducir como “estar quemado”) que recoge el libro es:
1. Emotional exhaustion—the fatigue that comes from caring too much, for too long;
Agotamiento emocional - la fatiga que viene de preocuparte demasiado, demasiado tiempo.
2. depersonalization—the depletion of empathy, caring, and compassion; and
Despersonalización - el agotamiento de la empatía, cuidado y compasión, y
3. decreased sense of accomplishment—an unconquerable sense of futility: feeling that nothing you do makes any difference.
Una disminución de la sensación de logro: una sensación de futilidad de la que no te puedes sobreponer: sientes que nada de lo que haces marca la diferencia.
Y sí, hay mucho de eso en cómo me siento. Justo esta semana encontraba en un tweet de El Ministerio de la Siesta…
Deseo que dejemos de utilizar el término burnout. Llamémoslo trauma. Llamémoslo violencia.
Y ha resonado mucho conmigo. ¿Sabías que desde el año 1400 que apareció por primera vez hasta el año 1900, la palabra prioridad solo existía en su versión en singular? Porque si haces una lista de temas importantes, solo UNO puede ser la prioridad. No hay prioridad-es que valgan.
¿Y no te parece que lo que hace el sistema con nosotros, y por ende la educación [reglada y de nuestros padres - tan enfocada en alcanzar metas / objetivos y lograr lograr lograr cosas como elemento central para merecer: la felicidad, amor… y en última instancia la vida] es un maltrato en toda regla?
Ahí lo dejo. Y no, no me apetecía escribir. Pero quería contarte todo esto, porque difundirlo, es, para mí, activismo. Rebeldía antisistema.
Mientras recibes este email estoy volando a Vietnam, donde pasaré 3 semanas con una mochila que pesa poco más de 5kg y con el único plan de dejar que la vida me sorprenda y me despeine.
He desinstalado Instagram. He dejado el Kindle y la libreta de papel que me acompaña siempre en casa. He lanzado al fondo de un cajón la pulsera que cuenta mis pasos y el anillo que me dice cómo duermo. Y he mandado la keto a pasar el verano con su prima la del pueblo.
¿Y sabes qué? Que me encantaría decirte que hago todo esto por rebeldía, pero la verdad verdadera es que lo estoy haciendo por agotamiento.
Te escribo a la vuelta, deseo muy fuerte que un poco menos quemada por la exigencia (iba a escribir auto-exigencia, pero estoy empezando a creer que no es mía) y un poco más quemada por el sol.
Leerte me ha venido de perlas para entenderme y comprenderme mejor. Este relato me ha inspirado, gracias por compartir porque tampoco conocía el Burnó y me he sentido muy identificada en estos momentos con ese síndrome.