Hoy, 14 de febrero, se celebra San Valentín, una apología consumista al amor romántico que me genera la misma urticaria que todas las celebraciones y eventos sociales en los que se espera que haga algo / compre algo / tenga cierto estado de ánimo predeterminado por una fecha en el calendario.
Creo que la única fecha inamovible que me gusta celebrar es mi cumpleaños por el simbolismo que representa dar una nueva vuelta alrededor del sol y darme cuenta (con mucha emoción) de que la vida me mantiene viva porque todavía me quedan pantallas que pasar. Pero tampoco necesito regalos, pasteles o soplar velas. Es una celebración más interna, algo que siento en un rincon de mi cuerpo que podría llamar corazón y del que vengo a hablarte hoy.
Hace un par de días pasó por mis manos este artículo que debate acerca de si decir la verdad es el acto supremo de amor.
De alguna manera, cuando una persona habla a otra con su verdad está efectuando un doble acto de amor: hacia sí misma, porque no renuncia a su verdad, y hacia el otro, a quien le concede el que sin duda es uno de los regalos más invaluables que alguien puede ofrecer: la honestidad.
Pero todo esto necesita de un requisito ineludible: que el sujeto conozca su verdad. No aquello que está habituado a considerar verdadero (la verdad del Otro), sino su verdad. Haberla elaborado, haber hecho el trabajo para conocerla y aceptarla, y también para poder transmitirla. Trabajo que no cualquiera emprende, por diversas circunstancias. De ahí que esa verdad sea todavía más valiosa, de tan raro que es que una persona hable con y desde su verdad.
Este artículo me ha traído - a su vez- a la mente una de mis frases favoritas de Thoreau: Rather than love, than money, than fame, give me truth. Algo así como… En vez de amor, dinero o fama, dame la verdad.
Así que me planto aquí, en tu bandeja de entrada, con mi verdad, en esta edición especial, acerca del amor.
El amor es una energía que trasciende el tiempo y el espacio y que tan bien recoge este diálogo entre Cooper y Brand en Interestellar:
Cooper : Tú eres científica Brand.
Brand : Entonces escúchame cuando digo que el amor no es algo que inventamos. Es... observable, poderoso. Tiene que significar algo.
Cooper : El amor tiene significado, sí. Utilidad y vinculación social, crianza de los niños…
Brand : Amamos a personas que han muerto. ¿Cuál es la utilidad social ahí?
Cooper : Ninguna
Brand : Tal vez signifique algo más, algo que aún no podemos entender. Tal vez sea alguna evidencia, algún artefacto de una dimensión superior que no podemos percibir conscientemente. Me atrae a través del universo a alguien que no he visto en una década, que sé que probablemente esté muerto. El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y el espacio. Tal vez deberíamos confiar en eso, incluso si no podemos entenderlo.
Si pudiera hablarte de mi propia verdad acerca de la experiencia del amor, te diría que me hace sentir….
como si el corazón se me abriera en el centro del pecho.
ilimitada y con capacidad de conseguirlo todo.
que la vida es sobrecogedoramente bella. (Y puedo llegar a llorar de dicha sintiendo esto).
En realidad soy capaz de conectar con todas estas sensaciones sin necesidad de tener a “un otro” que me lo haga sentir. Este ha sido junto con el descubrimiento de que no necesito estar motivada para hacer lo que sé que necesito/me gustaría o debo hacer, dos de las epifanías más grandes de mi vida.
Dicho esto, también siento que en este mundo de espejos, tener a alguien en cuya mirada me venga reflejado ese amor de vuelta, es uno de los regalos más hemosos de habitar este cuerpo humano en el planeta Tierra.
Pero a la vez, el amor humano, requiere de una gran valentía, y es por ello que hoy estoy aquí, celebrando San Valientín.
Decía mi abuela que yo era la persona más valiente que había conocido nunca, porque ella sabía que me cagaba de miedo, y aún así, seguía adelante o iba hacia “ello”. Ese ello han sido todo tipo de cosas: mudanzas a otros países, cambios de rumbo laboral, rupturas y compromisos en pareja… y definitivamente aunque he masterizado los temidos cambios en la mayoría de ámbitos vitales, todavía hoy puedo afirmar que el espacio personal que más valentía me sigue exigiendo- porque es en el que más miedos se me activan- es el de la relación con un otro.
Y es que, si tomamos un poco de distancia con la versión edulcorada de amor codependiente que nos vende el amor romántico, y como bien le escuché a Mery una vez… ¿De verdad estás dispuesto/a a amar a un ser humano?
Poque ese otro, a veces se sentirá perdido, a veces elegirá algo por miedo y a veces tomará decisiones que no serán las que quizás tú elegirías para ti..
Porque amar a un ser humano es amar al otro como un ser que está en constante crecimiento y tu ego solo buscará que el otro ya esté terminado, haciéndote creer que tú tienes un nivel de consciencia mayor, o que tú, esas lecciones, ya las tienes aprendidas.
Porque amar a otro ser humano implica decidir amarle cuando más se alejó del amor y a tu ego menos le apetece amarle, porque ve sus heridas y no le parecen nada sexis.
Porque amarle, es aprender a tratarle como a ti te gustaría que te trataran, incluso cuando el ego por orgullo elegiría tratarle como el otro te trata a ti.
Porque amar a un ser humano, requiere el coraje de abrir el corazón y quedarte cuando todo te invita a cerrarlo.
Y es aquí, exactamente aquí, donde me arrodillo frente al altar de mi San Valientín particular, a respirar en silencio y conectar con el latido de mi corazón, pidiéndole que no se cierre, en mi versión particular de un padrenuestro, y recordándome que el verbo AMAR es un verbo de acción.
Porque ¿sabes qué?
Que da igual a cuantos retiros vayas. Cuántos libros leas y cuántos cursos tomes. Cuánto teorices acerca de los patrones que has tenido en relaciones. Cuántos videos veas sobre estilos de apego y cuánto tiempo decidas estar solo/a para sanar.
La única forma que tienes de descubrir cuál es tu capacidad de amar y recibir amor en relación a un otro consiste en tener muy claros tus no-negociables + cómo deseas sentirte, y salir al campo de batalla de la relación, en el que te acojonarás porque la cosa se pone seria y temes el compromiso, porque te entra miedo a que te abandonen, te rechacen, te traicionen o por mil cosas más.
Porque verás cosas de ti y del otro que no te gustarán. Porque sentirás -por momentos- que estás en el día de la marmota, aunque en realidad no sea así, porque de hecho, en ese instante, tienes la oportunidad de salirte de tus patrones y hacer algo diferente a lo que te proponen tus heridas o tu miedo.
Y justo en esos momentos, necesitarás todos tus recursos para sostenerte muy fuerte a ti mismo/a y luchar, si esa persona tiene realmente las cualidades que necesitas/deseas para construir en equipo el futuro que anhelas o alejarte: si te están faltando cosas importantes, lo que te hace seguir ahí es tu patrón de siempre o hay un miedo detrás que te lleva a conformarte: miedo a estar solo/a, o a no merecer, no encontrar algo mejor, [ pon aquí el miedo que tú tengas ] …
Como no podía ser de otra manera, te dejo con dos preguntas para indagar hoy en ese corazoncito tuyo:
Dice Jillian Turecky que la “job position” (puesto de trabajo) de una pareja/compañero de vida (como a mí me gusta llamarlo) es el empleo más importante que tienes disponible en tu vida para el cuál tendrás que entrevistar (simbólicamente hablando) a las personas que vas conociendo, escogiendo a aquella que te pueda amar mejor.
Y por eso de aquí nace mi primera pregunta….
¿Cómo me estoy amando a través de la persona que elijo como compañero/a o pareja?
La segunda, toca el merecimiento…
¿Quiero una relación más, o quiero la mejor relación que sea capaz de darme?
Así que hoy, 14 de febrero, te invito a que cierres los ojos, respires, conectes con tu corazón, te recuerdes que la capacidad de sentir amor existe en ti independientemente de que exista una persona a tu lado… y te susurres al oido o grites a los cuatro vientos:
“Yo merezco el amor más grande que sea capaz de imaginar. Empezando por el mío”.
Desde mi corazón hasta el tuyo, con todo el power que me brota del centro del pecho mientras suena esto,
Alaitz