El 27 de diciembre, cruzaba la entrada de Dhamma Sacca en Ávila con una maleta llena de chándals y más miedo del que era capaz de reconocer para vivir durante 10 días como una monja de clausura.
No recuerdo cómo ni cuándo escuché la palabra Vipassana; una técnica de meditación con más de 2.500 años de historia que representa el principal legado del Buddha Siddhartha Gautama. Lo que sí recuerdo es descubrir que los cursos para aprenderla pasaban por hacer un retiro de 10 días de silencio, que bajo la excusa de “no tengo 10 días de vacaciones para gastarlas en algo así” relegaban la idea a la lista “someday” de mis planes de futuro.
Hasta este año.
Así que, después de declararme en mi sano juicio por escrito y firmar que haría todo lo posible por no irme antes de finalizar los 10 días, entregué mi móvil para entregarme en cuerpo, mente y alma al noble silencio.
Lo del silencio era literal y las actividades se reducían al mínimo: dormir (entre las 21:30 y 4 de la mañana), meditar unas 10 horas al día, comer, pasear y mantener la higiene personal.
Pensaba contarte los pormenores del retiro en este email, pero he pensado dejarlo para un video (aunque hay ya tropecientos) y utilizar mi cuota de palabras del mes para conmoverte.
conmover.
(Del lat. commovēre).
1. tr. Perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia. U. t. c. prnl.
2. tr. enternecer (‖ mover a ternura).
Y sí, con este correo tengo la intención de ablandarte.
Primero, porque creo que si eres una persona que en vez de aislarse de la actualidad como yo, lee las noticias a diario, recibe un montón de impactos que consiguen todo lo contrario… endurecerte.
Segundo, porque es febrero, los escaparates se están llenando de corazones y siento (en un acto de rebeldía como mi email de San Valientin del año pasado) que tengo que hablarte de amor de verdad y no del surimi de amor que nos venden para el día 14.
Por eso, hoy te hablo de…
Intimidad.
Quería partir de su traducción a inglés, porque esconde un juego de palabras que me gusta especialmente.
Inti-ma-cy (Intimidad) // Que podría trasladarse si tenemos en cuenta la pronunciación como… Into me (I) see. (Veo dentro de mí) y si incluímos el you (tú) se convierte en… Into me (you) see. (Tú ves dentro de mí).
Y mirar y ver dentro de mí, es casi todo lo que hice durante esos 10 días en mi retiro.
Cuando hablamos de intimidad solemos pensar en contar cosas algo secretas o que poca gente conoce. Pareciera que hay que hablar. Y aunque a priori ponemos el peso de la intimidad en la verbalización, en esos días en los que estuve aislada, descubrí que quizá el secreto de la intimidad, se revela en el silencio.
En lo que vemos de nosotras/os mismas/os cuando callamos y solo observamos. Cuando dejamos de intelectualizar las emociones y solo las sentimos en el cuerpo.
Y aunque solo observar… solo sentir… parece fácil….
No lo es.
Vivimos en un mundo en el que no hay demasiado espacio para la intimidad… porque no hay demasiado espacio para el silencio.
Ni para el tiempo a solas. Y es que cuando pensamos en intimidad, lo solemos hacer relacionado o compartido con un otro. Pero… ¿cómo vas a compartir con alguien lo que sientes, si no eres capaz de verlo tú primero?
También crecemos asociando automáticamente la intimidad con el hecho de acostarse con alguien. Sobre esto he pensado mucho, y creo que hay algo de verdad en la intimidad que se da en el contacto cuerpo a cuerpo, pero pienso que aunque ponemos el peso en el sexo, quizá el secreto se encuentre en la caricia.
En lo que percibimos del otro cuando apenas rozamos su piel y solo sentimos estando presentes. Cuando dejamos de ser empujados por la pasión de la fantasía y nos dejamos llevar por el Deseo profundo de contacto y de conexión que nace del único sitio del que nacen las cosas verdaderas: el corazón.
La naturaleza nos acerca al silencio y la intimidad, si nos permitimos entrar en ella.
A finales de diciembre publiqué mi segundo vídeo acerca de cómo fijarse objetivos de una forma un poco particular, porque eso es lo que nos dicen que hay que hacer en enero. Hacer, hacer y hacer. Y yo, que cada día tengo más claro que debo adoptar y adaptarme a los ciclos de la naturaleza, siento como una gran contradicción que el invierno, con su oscuridad, su frio y su silencio sea para eso.
Para la astrología el año empieza en Aries (20 de marzo, equinoccio de primavera) un momento en el que sol brilla más fuerte y la tierra está más preparada para sembrar. Este es, en realidad, el momento ideal para arrancar hacia aquello que haya surgido como una semilla en la intimidad que el invierno nos pone en bandeja.
Y ése terreno fértil del que disponemos para materializar nuestros sueños es nuestro cuerpo. Por eso, tanto en el video de los objetivos, como en esta invitación que te traigo hoy, te animo a que empieces el año por ahí, a que dediques estas semanas a irte al silencio y observar tus sensaciones corporales (eje central de la técnica de meditación Vipassana), a cultivar la caricia (propia o compartida), y a nutrir todo lo vivo que hay en ti mientras te das toda la lentitud y descanso posible para que en esa escucha surjan las semillas que definan el Deseo más auténtico que querrías hacer realidad este 2024.
Y si todo esto se te hace muy complicado, hierbas o esotérico, te dejo algunas propuestas concretas sencillas para practicarlo:
Posa tus manos en tu cuerpo al levantarte y al acostarte y con curiosidad observa qué sensaciones tienes.
Reserva un rato en tu agenda esta semana para darte un paseo en silencio por la naturaleza o sentarte con una manta en el sofá también en silencio solamente a respirar y ver cómo cambia la luz de la estancia a medida que amanece o atardece.
Si no sabes cómo empezar a acariciarte, compra un aceite de masaje, enciende una vela o una luz agradable y (a poder ser delante de un espejo) dedícate un rato. Si esto te sigue pareciendo muy difícil, pónte aceite solo en los piés y pasa unos minutos masajeándolos.
Ve a un mercado de productores a ver lo que hay en temporada, y cocínate algo caliente y meloso. Un guiso, una crema… algo que se sienta a hogar dentro de ti.
Duerme y muévete lento. Intenta, el fin de semana estar en la cama siempre que sea de noche en la calle y observa cómo te sientes.
Ojalá estas palabras te sirvan para bajar el volumen al ruido y te abran un poquito más la puerta que te lleva hacia adentro. Dicen los que ya han pasado por ahí, que al otro lado está la salida que todos buscamos normalmente afuera. No sé si a ti, pero a mí eso me suena a verdad.
Gracias por permitirme entrar - una vez más- en tu espacio virtual más personal. Te leo feliz si me respondes al correo o me dejas un comentario con lo que te apetezca compartir.
Hasta la próxima,
Alaitz
Qué bonito. Gracias
Tan necesario, aprender a acompasarse con los ritmos de la naturaleza, y hay uno que tiene que ver con ir hacia adentro, morir para renacer <3
gracias por recordarlo